Panorama político de Vaca Muerta
Vaca Muerta y la escala regional del shale rumbo al objetivo del GNL
Neuquén escribe otro capítulo en su historia de acuerdos con otros países. Rolando Figueroa busca ampliar el margen de oportunidades con Chile, Brasil y Estados Unidos.
El desarrollo pleno de Vaca Muerta sólo se medirá en toda su magnitud si Argentina da el salto posible hacia el gas natural licuado (GNL) en la próxima década. El camino, comenzando por casa, está lleno de escollos y aprendizajes. En esa ruta, Neuquén también impulsa su propia agenda.
Después de todo, nada de lo que hoy es una realidad hubiera sido posible sin esa iniciativa que caracterizó a sucesivas gestiones provinciales.
La “provincia hermana” de Alberta, en Canadá, el lugar donde todo parece haber comenzando cuando Jorge Sapag empezó a hablar del shale de la formación Vaca Muerta al regreso de un viaje a Canadá (todavía no había terminado la década de apertura de los años 2000), marca uno de esos capítulos primogenios.
Ese ímpetu por ampliar fronteras se ve en varios tramos de la última historia de esta provincia. Se remonta a varias décadas atrás con “misiones” a Houston, como las que también encabezada Jorge Sobisch, quien todavía no había sido alcanzado por el impacto del asesinato del docente Carlos Fuentealba, a manos de un efectivo de su policía provincial, el cabo Darío Poblete. Pero ya iba a EE.UU., a mantener contacto con parte del mundo petrolero que analizaba las oportunidades del convencional en Argentina -y medía los vaivenes políticos nacionales-, luego de la ola privatizadora de los 90 que no permitía presagiar nada de lo que vendría luego. Claro: Vaca Muerta era solo una formación geológica que afloraba en algunos tramos de la provincia, y a la que -todavía- no se podía llegar.
También Omar Gutiérrez, el ex gobernador hoy representante de la provincia en el directorio de YPF, ahondó en ese vínculo con Houston, que el actual mandatario neuquino, Rolando Figueroa busca profundizar de primera mano en la búsqueda de inversiones que permitan concretar un nuevo salto del shale hacia el 2030.
Antes y después, casi siempre estuvo Chile. En una etapa, los años 80, con las decenas de miles que cruzaron la Cordillera hacia el Alto Valle de Río Negro y Neuquén en el éxodo de la dictadura de Pinochet que encontró cobijo en parte de la Patagonia. Hoy, de otro modo, esa historia se sigue escribiendo. De a ratos, pese a las decisiones-banquinazos de sucesivos gobiernos nacionales. Y no es que el MPN, omnipresente en la historia gubernamental neuquina se la llevara de arriba. Pero esa aptitud de poder que parece haber detentado hasta la derrota histórica del 2023 le permitió aferrase a las oportunidades, porque ya eran de la provincia y no abundaban en el resto del país. Casi siempre tuvieron que ver con su enorme riqueza en materia de recursos naturales. El Chocón, Rincón de los Sauces, Loma La Lata, ahora Vaca Muerta, y los paraísos turísticos junto a toda la cordillera son motores económicos que configuraron la heterogénea idiosincracia y composición poblacional.
Todo esto entró en otra etapa con la reforma de la Constitución del 1994, que dejó en manos de las provincias el bastión generador de las represas del Comahue, el petróleo y el gas, y que suma ahora la aceleración del no convencional.
La nacionalización de YPF, y el posterior acuerdo con Chevron (ese miniRIGI antes del RIGI), por caso, no se comprenderían sin la puesta en contexto del valor de esos recursos, que tienen -por ahora- una última escala en el shale. Tampoco sin ese motor de las necesidades locales: la caída estrepitosa de las regalías en plena retracción de las inversiones de Repsol, al final de la primera década de los años 2000, que en parte implicaban una asfixia financiera que les mostraba a sucesivos gobiernos el abismo de posibles aguinaldos impagos a miles de estatales.
Esa presión también fue vital para impulsar la necesidad de desarrollar el shale. Que hoy se abre paso hacia el Biobío, una región que protagonizó una visita oficial esta semana en Neuquén, con parte de la conducción de su gobierno indagando en las oportunidades de conveniencia mutua a uno y otro lado de la Cordillera. Infraestructura vial, férrea y el afianzamiento de posibles envíos de petróleo y gas marcan la agenda actual pero también de ese crecimiento del shale hacia Concepción. También (y chance de magnitud que debe resistir la prueba de fuego de lobbys en contrario) la posibilidad de encontrar una doble salida para los dos países entre el Atlántico y el Pacífico, entre Concepción y Bahía Blanca. Porque de eso también se habló esta semana entre ambos gobiernos.
Hoy Figueroa sigue poniendo en escena el potencial de Neuquén. Sabe que en esa ventana de oportunidades también se juega una chance de hacer algo más justo con esa enorme riqueza (enterrada) y de seguir construyendo una senda política que busca extender con acuerdos locales, bajo el lema de distribuir oportunidades por fuera del núcleo central al que más le llega el despegue, el conglomerado de ciudades de la Confluencia.
Ahora es Chile, y hace un mes fue Brasil, junto a otro integrante del tándem local, Alberto Weretilneck, el gobernador de Río Negro, con quien posó para la foto junto a Luis Inacio Lula Da Silva, a la espera de las condiciones que le permitan al shale gas dar un salto hacia el complejo industrial paulista.
En esta etapa, Neuquén (y un puñado de empresas) sigue marcando un camino deseable de crecimiento en un panorama por momentos oscuro a nivel nacional, para que el tren no pase de nuevo, porque Argentina lo necesita.