Con eje en el gas, Nación abre el debate de la transición con las provincias

La Secretaría de Energía impulsa un modelo que también incluye a la energía nuclear, la hidroelectricidad, las renovables y el hidrógeno.

Con eje en el gas, Nación abre el debate de la transición con las provincias
El shale gas, central en la transición energética en Argentina.
El shale gas, central en la transición energética en Argentina.

El Gobierno nacional trabaja con las provincias, en el marco del Consejo Federal de Energía, en la elaboración de un Plan de Transición Energética que buscará trazar un camino de desarrollo de las principales fuentes de generación que permita ir dejando atrás la era de los hidrocarburos. No obstante, la mirada de esa transición difiere de lo que se está discutiendo en los países desarrollados en cuanto a la velocidad, el costo y el contenido, con una característica central que coloca al gas natural como eje central antes que las fuentes renovables.

Desde la Secretaría de Energía se destaca que la transición representa una gran oportunidad para la Argentina por la cantidad y diversidad de recursos que posee, y en ese sentido se entiende necesario capitalizar las oportunidades en la generación de puestos de trabajo, de industria y de conocimiento científico tecnológico. Pero sobre todo, se resalta la necesidad de conformar “un proceso justo, asequible y sostenible y a la medida de las capacidades del país”.

El trabajo con las provincias busca asegurar que la transición contemple la diversidad de cada una de las regiones del país, por lo que se impulsa un espacio participativo y de discusión en el cual se incluye la energía nuclear para ampliar la potencia de base, las distintas fuentes de energías renovables, la generación hidroeléctrica y el hidrógeno que se encuentra en pleno desarrollo. Pero el potencial de Vaca Muerta abre la amplia disponibilidad de un combustible que cuenta con el consenso en el mundo como el energético de transición por excelencia, y en ese esquema que predominará por las próximas décadas se enmarca el proyecto de promoción de Gas Natural Licuado que se espera el ministro de Economía, Sergio Massa, de a conocer en breve.

En ese sentido, se explica que “el gas es el primer paso en la transición energética”, y Argentina tiene mucho para ofrecer, puertas adentro y al mundo en esa materia, para lo cual el país como punto de partida de la hoja de ruta debe avanzar en “garantizar el autoabastecimiento y la sostenibilidad de su matriz energética a través del desarrollo de sus cuencas gasíferas”.

El debate internacional actualmente está ampliando la ventana de oportunidad del gas natural, en un proceso de transición que podrá demandar tres, cinco o siete décadas, lo que permite aprovechar también los recursos potenciales del offshore en el Mar Argentino. En ese sentido, las mismas fuentes destacan que la exploración y explotación de esos recursos en el lecho marino también forman parte de los lineamientos de las políticas de transición como fuente de generación de divisas y de financiamiento de la conformación de una matriz descarbonizada.

La actual discusión que pretende dar la Argentina en los foros internacionales recurre a la figura de los países que -a la inversa de la Argentina- los acreedores financieros pero a la vez deudores ambientales, sean los que financien el proceso de cambios de tecnologías. Pero contar con una de las matrices más limpias del mundo también permite definir que el cambio será a un ritmo menor del que deberán experimentar aquellas economías más desarrolladas, pero más contaminantes.

A la par, el Gobierno tiene en sus pasos inmediatos dar a conocer un Plan Nacional de Eficiencia Energética (PlaneeAr) que contempla la implementación de diversas medidas de gestión, nuevos hábitos de uso de la energía en la comunidad e inversiones en tecnologías más eficientes, sin afectar el confort y calidad de vida de los habitantes. Los ejes principales del plan de eficiencia contempla de manera predominante acciones que usuarios, empresas y Estado pueden llevar adelante en los sectores del transporte, la industria y la demanda residencial, principales emisores de gases y mayores demandantes de energía.

El plan de transición tendrá un lugar para la revalorizada energía nuclear, y en ese sentido se busca asegurar el financiamiento con bancos chinos de la cuarta central nuclear con tecnología de uranio levemente enriquecido y agua liviana, lo que permitirá ampliar durante décadas la energía eléctrica de base con cero emisiones y a menor costo para el sistema. Bajo el mismo concepto, se busca poner en valor a la energía hidroeléctrica y la ampliación de su capacidad de generación a partir del impulso de nuevos proyectos -varios de ellos binacionales- que acompañen la decisión que deberá tomar el Estado nacional sobre el futuro de las concesiones de una veintena de represas que comenzarán a vencer en meses, a 30 años de la ola privatizadora que interrumpió nuevas obras. 

Finalmente, con 5,3 gw de energías renovables operando, la meta de 20% de cobertura del total de la demanda eléctrica prevista para 2025 requiere de muchos proyectos que el Gobierno busca darle un nuevo impulso a la licitación en curso del RenMDI que si bien aporta apenas 620 mw de distintas tecnologías marca el regreso del Estado como promotor de ese desarrollo. Pero el mejor aporte público se podrá ver en la ampliación del sistema de transporte eléctrico, cuyas limitaciones impiden un avance sostenido de las renovables.

En ese sentido, el Gobierno asegura que dejará a la próxima gestión casi 5.000 kilómetros de tendido de alta tensión licitados y con su correspondiente financiamiento.

Con todos estos argumentos, la mirada oficial promete que la transición energética para el país “no va a ser un copie y pegue de modelos importados” sino que ante tanta diversidad como necesidades la política a desplegar deberá “reconocer las capacidades argentinas que conduzcan a una transición posible, ordenada y asequible en costo para todos”.

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