Eficiencia Energética

Argentina tiene un Plan Nacional de Eficiencia Energética que espera su aprobación

El trabajo de cooperación entre la SE y la Unión Europea identifica más de 900 acciones y su financiamiento para los sectores residencial, transporte e industria.

Argentina tiene un Plan Nacional de Eficiencia Energética que espera su aprobación
El objetivo es contribuir a la estructuración de una economía nacional más eficiente en el uso de sus recursos energéticos
El objetivo es contribuir a la estructuración de una economía nacional más eficiente en el uso de sus recursos energéticos

En tiempos de readecuaciones tarifarias, subsidios y gestión de los recursos disponibles, el concepto de eficiencia volvió a ganar lugar central en la agenda energética pública y privada. No sólo por cuestiones tarifarias, sino también por la mejor utilización de un bien de alta demanda global a precios en dólares por demás volátiles.

A pesar de ese contexto de necesidades, la Argentina tiene ya formulado y presentado un Plan Nacional de Eficiencia Energética (PlaNEEAr) que espera su aprobación y puesta en marcha, con más de 900 recomendaciones identificadas para mejorar la gestión de los recursos energéticos en los sectores de mayor demanda de la matriz nacional: el transporte, la industria y los hogares. En efecto, de acuerdo al Balance Energético Nacional (BEN) de 2019, estos sectores en conjunto explicaron el 79% del consumo de energía final (31%, 24% y 24%, respectivamente).

Ese trabajo que demandó más de 3 años se enmarca en el Proyecto de Cooperación Unión Europea-Argentina financiado por el Partnership Instrument de la UE. El cambio del contexto energético nacional, evidenciado en los últimos años y el posicionamiento ambiental del país marcan un entorno propicio para diseñar e implementar acciones de eficiencia.

En este contexto, desde la Secretaría de Energía se implementaron múltiples acciones pero aisladas en los diferentes sectores de consumo, pero el abordaje sistémico e integral es el que se podría dar a través de un Plan Nacional.

El objetivo general de este proyecto fue, contribuir a la estructuración de una economía nacional más eficiente en el uso de sus recursos energéticos disminuyendo la intensidad energética de los diferentes sectores de consumo, mediante la elaboración de una propuesta junto con el marco regulatorio requerido para su implementación, orientado a los sectores de mayor consumo, e identificando el aporte económico de esta transformación y las posibles fuentes de financiamiento.

El transporte constituye el principal consumidor de energía final en Argentina, aspecto que lo convierte en un sector prioritario para desarrollar acciones de eficiencia energética. Su consumo se concentra en dos combustibles: Nafta y Gas Oil que, sumados, representan alrededor del 85% del total, seguidos por el GNC con algo más del 12%. Además, el sector consume biodiesel y bioetanol, pero aún en volúmenes muy bajos.

De los diferentes modos de transporte, el automotor es el principal por su decisiva preponderancia en la atención de la demanda, tanto en el transporte de personas como de cargas, sean en el ámbito urbano o interurbano y en el que la eficiencia energética estándar es notoriamente baja, comparada con el ferrocarril o el transporte fluvio-marítimo.

Si bien esa complejidad es uno de los mayores desafíos, dado que el continuo incremento del parque de vehículos esteriliza las mejoras tecnológicas y cualquier medida de eficiencia que se implemente, el trabajo propone 31 medidas generales de eficiencia para cada segmento de transporte.

Así se detallan recursos como limitador de velocidad (130 km/h), sistema start - stop de motor, uso compartido del automóvil (carpooling), técnicas de conducción y mantenimiento, vehículos híbridos, aumento del corte de biocombustibles, mejora de la eficiencia en consumo de gasoil con penalidad por consumos encima de la media, sistemas de gestión de flotas y de pasajeros, adaptación inteligente de velocidad, uso de dispositivos aerodinámicos, entre otras de posible aplicación en corto y mediano plazo.

Se asume que los resultados esperados surgirán de una combinación de medidas y no solo de una de ellas.

En el segmento industrial se promueven acciones mediante 38 medidas prioritarias, con el fin de alcanzar determinados consumos evitados de energía y emisiones de GEI al año 2030/2040 y contribuir, adicionalmente, a incrementar la competitividad y productividad del sector.

En función de la predefinición realizada por la Secretaria de Energía, las ramas o productos de mayor importancia por su Agregado de Valor Bruto sobre las cuales se centró el estudio fueron Hierro y Acero; Aluminio; Cemento; Petroquímica; Vidrio; Aceite; Frigoríficos; Ingenios; Lácteos; Pulpa y Papel; Cerámica Roja; Cerveza; Automotriz; Metalmecánico; Textil; y Madera.

Para ese universo se identificaron medidas a adoptar clasificadas según tres categorías, asociadas a niveles de profundidad e inversión. La Categoría 1 demanda acciones de gestión con baja o nula inversión, y con ejecuciones inmediatas o de corto plazo. La Categoría 2 requiere inversiones intermedias, automatizaciones, controles, mantenimientos de fondo, y reparaciones importantes, con niveles de inversión intermedia y puesta en marcha de mediano plazo.

Finalmente, la Categoría 3 ya prevé cambios e incorporación de nuevas tecnologías y procesos, asociados en general a inversiones importantes, con necesidades especiales de financiamiento por su costo, y cambios vinculados a capacitación, innovación, sustitución de perfiles de personal, entre otros, que implican acciones de largo plazo.

Más allá de la especificidad que requiere cada sector productivo, las recomendaciones abarcan el concepto de gestión de la energía desde la mas elemental inclusión de buenas prácticas, y cambios culturales en la organización, hasta la más ambiciosa certificación de ISO 50.001.

Así, las entre las recomendaciones se pueden observar el planteo de reciclado, reemplazo de motores ineficientes, cogeneración, combustibles alternativos, automatización y sistemas de control, instalación de variadores de velocidad, procesos de aislación y prevención de fugas, entre muchas.

Finalmente, en el caso del sector residencial, el uso eficiente de la energía se refiere a una disminución de la energía necesaria para cubrir los servicios energéticos de los hogares (con igual o mayor calidad en la satisfacción de necesidades), o un igual nivel de consumo de energía para una mayor satisfacción de necesidades, con un impacto ambiental igual o inferior al que existiría en ausencia de acciones de intervención mediante políticas públicas, pudiendo en algunos casos generar co-beneficios en los hogares por acceso, asequibilidad, impacto sobre la salud, entre otros.

En ese línea ocupa un capítulo inicial mejorar los niveles de información, conocimiento, sensibilización, y concientización, de la población sobre las acciones de eficiencia en los hogares.

A partir de ahí, se plantea implementar un programa de revisión, evaluación, mejora y actualización periódica del sistema de etiquetado de artefactos domésticos.

Estrategia de mejora de la información disponible por parte de los usuarios para la toma de decisiones en un trabajo con fabricantes, distribuidores y comercializadores. A la vez, se propone establecer un programa de mejora y fortalecimiento del esquema de estándares de eficiencia (MEPs) en los artefactos de uso doméstico, con aspectos técnicos actualizables a cumplir por los fabricantes y finalmente, implementar programas de sustitución de equipamientos para la cobertura del uso de calefacción, RyV, cocción, ACS y conservación de alimentos, con incentivos fiscales y de financiamiento.

En este último punto se destaca la importancia de promover la eficiencia en el acondicionamiento térmico mediante mejoras en las condiciones de aislamiento térmico en base a las necesidades energéticas de cada biorregión; establecer un programa integral construcción energéticamente eficiente para viviendas nuevas y promover uso racional con incorporación de tecnologías eficientes de bajo costo y sustitución de fuente.

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