Panorama político de Vaca Muerta

El récord de producción, la presión sobre el transporte y la irrupción de la tragedia 

El shale pone en escena la necesidad de infraestructura. La seguridad en los yacimientos vuelve como tema junto a la agenda del crecimiento.

El récord de producción, la presión sobre el transporte y la irrupción de la tragedia 
Trabajadores en la boca de un pozo en Vaca Muerta.
Trabajadores en la boca de un pozo en Vaca Muerta.

Argentina llegó a su mayor marca de producción de petróleo en 20 años. Los 588 mil barriles de crudo diarios en promedio de mayo no se explicarían sin el rol central de Vaca Muerta. Hay unos 240 mil barriles diarios que salen de los campos no convencionales, el grueso de ellos ubicados en cercanías de Añelo.

El dato, en buena medida, plantea por sí solo el tipo de proyecto que podría cambiarle la cara a buena parte de la economía del país. En diez años Argentina, un puñado de productoras, logró poco menos que el autoabastecimiento, y el país está ante la chance de transitar una senda exportadora de más amplia escala, algo en lo que la política y la economía del corto y mediano plazo serán determinantes.

El contexto mundial impone parte del camino de condiciones para que eso ocurra. No está del todo claro cuándo será que el petróleo dejará su rol preponderante en el modo de vida actual. Los intentos de algunas potencias centrales para impulsar una salida más acelerada de la matriz energética de los fósiles colocaron en primer plano como nunca antes el concepto de seguridad energética. Aquello de cómo hacen los Estados para tener acceso a energía de modo persistente y el debate anexo, entre otros, de qué precio deberá pagar la humanidad por ese suministro. Hoy la discusión parece ser, lisa y llanamente, cómo se accederá a la energía para sustentar los márgenes de crecimiento económico dispares que permite el actual ciclo de la pandemia y la amenaza de retracción global en plena invasión rusa a Ucrania y la consiguiente reacción de la OTAN.

Sin embargo, cuando sea que la crónica del vaticinio anunciado de salida del petróleo se cumpla, Vaca Muerta tendrá otra llave. Es la del gas y la transición. Será su forma de permanencia en el mercado. 

Las urgencias hoy tienen que ver con el transporte. El gasoducto troncal Néstor Kirchner permitirá entrar en un ciclo de presión externa más atenuada a través de la disminución de importaciones. La opción es la del gas argentino comercializado a mejor precio. El gobierno nacional redobló en la última semana la apuesta a concretarlo hacia el año próximo. Pareciera difícil que esa obra esté culminada en el invierno 2023, como trata de sostener todavía la conducción de ENARSA. La herencia de la presión del GNL y el combustible líquido exacerbando los precios de la economía impactarán también en la próxima gestión del gobierno nacional.

Pero el mix de restricciones y oportunidades no solo se remiten al gas. Esa mejor marca en 20 años de la producción de petróleo vuelve acuciante la necesidad de un nuevo oleoducto. En abril, el gobierno provincial vaticinaba por lo bajo que junio sería el último mes con posibilidades de crecimiento de la producción. Para entender el escenario actual y el rendimiento de los pozos horizontales de Vaca muerta con más claridad: sobre finales del año pasado, Oldelval, la empresa que transporta el grueso de la producción de la Cuenca Neuquina, con el shale oil a la cabeza, invirtió 50 millones de dólares para sumar unos 50 mil barriles diarios a su capacidad de transporte. Esa disponibilidad adicional ya empieza a quedar corta. 

Ese crudo es un bastión para el abastecimiento doméstico. Pero al mismo tiempo, está ocurriendo que dos de cada 10 barriles producidos en Neuquén siguen encontrando como destino el mercado mundial. Allí hay un bálsamo, por ahora leve, para la macroeconomía del presente, pero sobre todo de los próximos años: más dólares por exportaciones de crudo. El shale oil de Vaca Muerta supo encontrar oportunidades aún en el peor escenario posible: pandemia a la que se le sumó una guerra de impacto mundial.

En los últimos meses, el gobierno neuquino menciona cada vez que puede la necesidad de anticipar la prórroga de la concesión a la principal transportista de la Cuenca Neuquina, Oldelval, cuyo contrato de concesión vence en el 2028. No invertirá los cerca de 600 millones de dólares que podría invertir si no tiene la certeza de que recuperará esa inversión.

Todos los actores involucrados hacen el diagnóstico: la secretaría de Energía, Neuquén, YPF, se expresaron en un sentido similar. Ese que destaca la importancia de las obras de transporte. Al menos públicamente, no hay claridad sobre el futuro de ese segmento del transporte, que debiera ser una prioridad para el Estado argentino. ¿Quedará esa obra también en el letargo exasperante en el que había quedado el gasoducto Néstor Kirchner en los meses precedentes?

En ese contexto, la salida con más petróleo hacia Chile es una suerte complemento del esquema de transporte interno en Argentina. El Oleoducto Trasandino (OTASA) podría capitalizar esos excedentes de crudo si se demoran las decisiones del “oleoducto paralelo”, el sistema de loops que duplicaría la actual capacidad de bombeo desde Neuquén, ese blend de crudo no convencional (80%) sumado al de los viejos campos petroleros.

Los envíos a Chile podrían iniciarse con un piso de 50 mil barriles diarios, el piso técnico de ese tendido para entrar en funcionamiento. Ese oleoducto, informa el gobierno neuquino, ya es sometido a pruebas con agua para verificar su estado y realizar se eventuales reparaciones. En el plan ideal, Neuquén quisiera que entre en operación en diciembre próximo. En ese momento, dice la provincia, la producción podría llegar a unos 308.000 barriles diarios. Las miradas más conservadoras sobre el tema afirman que el plan podría estar en marcha en marzo-abril del 2023.

En algún punto, la crisis mundial juega a favor para el frente exportador petrolero de Argentina, que tiene el desafío adicional para las obras de infraestructura que necesita. Chile sufre ese frente mundial, que para el país trasandino se da de lleno con su aspiración de salir de una matriz eléctrica muy vinculada a la generación con carbón. Hay una continuidad de esa idea entre el ex presidente Sebastián Piñera y Gabriel Boric, que ve también en el gas de Vaca Muerta una opción para reemplazar ese carbón, a lo que ahora último buscó sumar importaciones de crudo desde Neuquén. 

 

Del desafío macro a la tragedia en lo micro

Este semana tuvo sucedió otro de esos momentos tristes que llegan con la aceleración de la producción. No pasó precisamente en uno de esos yacimientos que hoy esté apuntalando el alza de la producción. Pero sí en uno donde se hacía un pozo exploratorio de gas. Se trata de Río Neuquén (YPF), en la provincia de Río Negro, que opacó en algo el anuncio de los principales indicadores de producción que se registraban a pocos kilómetros de ese campo petrolero ubicado en cercanías de Barda del Medio. Al mismo tiempo en el que se sabía que el segmento no convencional llegaba a su máxima producción de la historia en petróleo y gas, y que el país alcanzaba su máxima producción de petróleo en 20 años, se conocía la muerte de un joven de 32 años, Víctor Vazquez, que se desempeñaba para una contratista. Otro operario quedó hospitalizado y un guardia de seguridad que los auxilió también fue afectado con algunas contusiones por un incidente que ahora investiga la Justicia. 

En un operativo, se llevó válvulas de ese pozo, como parte del peritaje que se realizará luego de una inspección de la que participaron la operadora del yacimiento, y también el Sindicato del Petróleo y Gas Privado de Neuquén, Río Negro y La Pampa. 

El gremio lanzó un paro de 24 horas. Todos los sindicatos del país salieron a denunciar persecución judicial ante las quejas por las condiciones de seguridad, tal como lo había planteado Marcelo Rucci, secretario general del gremio clave de Vaca Muerta.

Es una señal de alerta que entra en el mapa de lo posible en un momento en que despunta la producción interna. Representa todo lo que la industria no convencional quisiera evitar. “Esas tareas se podrían haber hecho durante el día”, dijo el titular del gremio, que sostuvo que viene planteando la necesidad de mejores condiciones de seguridad en los campos petroleros de la Cuenca Neuquina. El fiscal que instruye en el caso afirmó que, entre otras preguntas a contestar, figura la de la capacitación que habían recibido los operarios afectados y qué tipo de falla terminó con la vida del joven empleado petrolero.

Hay temas que vuelven una y otra vez en Vaca Muerta. Los de la agenda positiva: el imán para miles de personas que lo pasan mal y ven un terreno de oportunidades en el shale de Neuquén; el crecimiento -desigual- de las economías atadas a los campos productores; el enorme avance de las operadoras que bajaron costos, se volvieron ultra competitivas a nivel mundial, y exportan prácticas desde el shale de argentina a los campos precursores del no convencional en Estados Unidos y Canadá.

Pero también vuelven esos otros temas de la agenda del sector: los conflictos territoriales, la deuda social en pueblos y localidades que reciben el impacto de ese flujo migratorio que en ocasiones queda deambulando, y que se entera en el lugar que trabajar en Vaca Muerta es tan complejo como encontrar trabajo en cualquier parte del país. Y claro, también los incidentes con víctimas fatales, un indicador cuyo impacto viene bajando en las últimas décadas de acuerdo a datos del Instituto Argentino del Petróleo y el Gas (hubo un centenar de víctumas entre 1999 y 2019). Hay, en este tema, una de esas claves importantes, de las que irrumpen en escena con la velocidad de un rayo y podrían desencadenar más tensiones en medio de un proceso de crecimiento tan virtuoso como inédito en Vaca Muerta, ese terreno de la ambigüedad permanente. 

Te puede interesar
Últimas noticias