Panorama político de Vaca Muerta

Vaca Muerta: la caída del gas boliviano acelera el interés de Brasil

Petrobrás puso en contexto las posibilidades de un acuerdo por el transporte del shale gas. En Neuquén, los docentes siguen de paro y la interna del MPN levanta temperatura.

Vaca Muerta: la caída del gas boliviano acelera el interés de Brasil
Argentina, Brasil y Bolivia, en pleno debate del gas para la región.
Argentina, Brasil y Bolivia, en pleno debate del gas para la región.

La caída constante de la producción de Bolivia acelera el ritmo de los pronunciamientos. Argentina tendrá que importar GNL en el invierno, pese a los avances en la reversión del Gasoducto Norte, y al mismo tiempo Brasil busca garantizarse gas para las próximas décadas. Su proveedor estratégico en la región tampoco podrá responderle, tal como se viene anticipando con la llegada de cada año.

El proceso de expansión del shale gas de Vaca Muerta está ante dos variables nada desdeñables. Una de ellas es el horizonte máximo dado por el plan del gas natural licuado (GNL), con el proyecto impulsado por YPF hacia el 2031, que esta semana tuvo un importante anuncio: la compulsa para la ingeniería de unidades flotantes de licuefacción, que podrían ser la primera escala para el gas no convencional neuquino dentro de ese proyecto.

La petrolera argentina y Petronas apuntan a licuar 80 millones de metros cúbicos (MMm3/d) al final de la década. Ese camino tiene instancias intermedias. Entre ellas la convocatoria a otras grandes actoras con bloques en Argentina.

El mediano-largo plazo lo impone, también, la presión del mercado mundial y la geopolítica en la región. La pandemia y la guerra entre Rusia y Ucrania-OTAN impulsaron los precios a valores récords, con el consiguiente efecto inflacionario en buena parte de las economías del mundo. Es el punto en el que los gobiernos regionales deben eludir más bien sus diferencias y pujas de intereses que el resultado final de un ahorro mega millonario si se tiene en cuenta el imponderable de precios del GNL. 

En el plano político, entre Argentina y Brasil, los pronunciamientos sí supieron saltarse la grieta en los últimos tres años. El ex presidente Jair Bolsonaro esquivó sus profundas diferencias ideológicas con el gobierno del Frente de Todos de Alberto Fernández. “Nuestro acuerdo del gas avanza”, le dijo públicamente a su par argentino en junio del 2022. Un año antes, en el Foro de Davos, el ex presidente de YPF, Guillermo Nielsen, compartió un panel con el entonces ministro de Economía brasileño, Paulo Guedes: “Vamos a intentar conectarnos con Vaca Muerta”, dijo el funcionario.

Con la asunción de Luis Inacio Da Silva, el interés permanece intacto: “Será necesario llegar a un consenso entre los tres vecinos", le dijo esta semana a la agencia EPBR Maurício Tolmasquim, director de Transición Energética y Sostenibilidad de Petrobras, durante su participación en CERAWeek, la cita global de la industria desarrollada en Houston. "Creo que tenemos que seguir una escala de intentos -del más barato al más caro, del más fácil al más difícil- hasta que podamos converger", sostuvo.

La clave seguirá siendo el transporte. Es parte del acuerdo para el futuro del shale gas de Neuquén. La disyuntiva a resolver es si se reutilizan los ductos que vinculan Bolivia y Brasil vía el Gasoducto Norte; o si se apuntala finalmente el tramo dos del gasoducto Néstor Kirchner (entre Salliqueló y San Jerónimo -Santa Fe-); o si se opta incluso por un mix de ambos y la producción de GNL desde la costa Atlántica en Argentina, en el más largo plazo.  

Cualquiera de estos caminos hoy asoma como más ventajoso que la dependencia de un contexto global de precios que, pese a la baja pronunciada del último año, ha demostrado una cuota importante de incertidumbre, por momentos casi tanta como la de los procesos políticos locales. Después de todo, la recurrencia al mercado mundial para países como Brasil siempre estará a tiro de contratación. Y en una demanda constante que se cuente en décadas, el valor del shale gas de Vaca Muerta podría ser competitivo.

 

El paro docente en Vaca Muerta

En Neuquén, luego del posicionamiento de los gobernadores patagónicos, el gobierno de Rolando Figueroa afronta ahora el prolongado conflicto con los trabajadores de la educación nucleados en el gremio ATEN, que lanzaron su tercera semana consecutiva con medidas de fuerza (con la suma de feriados nacionales, la próxima no habrá clases en Neuquén). La provincia hizo una oferta sin precedentes a nivel nacional: un aumento que se actualiza por IPC, de modo trimestral y la aplicación de bonos adicionales, algo que fue rechazado por el gremio, cruzado por diferencias internas que también se están materializando en la negociación con la Provincia. Sin la aceptación de la propuesta, el Gobierno definió aplicar la suba por decreto y descontar los días de paro a los maestros. Neuquén asegura que “gasta 100 millones de dólares por año” en suplencias, el equivalente a la construcción de “64 escuelas”. Los maestros se adentran a una encerrona: el resto del arco estatal (ATE, UPCN y Viales), aceptó una oferta similar, con las características de cada sector.  

Por fuera de este conflicto, empiezan, de otro modo y con otras palabras, los primeros posicionamientos en la interna del MPN. El partido neuquino sobrelleva el impacto de su histórica derrota del 2023. En ese escenario, la lista Azul y Blanca del MPN, del gremio petrolero que conduce Marcelo Rucci, ve con cierto recelo la falta de una convocatoria amplia para debatir qué será de la vida del partido provincial, mientras algunos de los referentes, como el diputado nacional Osvaldo Llancafilo, empiezan a mostrarse con la militancia, en paralelo al posicionamiento nacional que implicó su rol en el debate del Congreso de la Nación donde en buena medida canalizó la mirada del gobierno provincial.

Esta semana hubo cruces más o menos velados en los medios; los petroleros habían pedido en enero el paso al costado de las autoridades partidarias, Omar Gutiérrez y Jorge Sapag. Es un debate que, en el plano público, pese a que ya se da, también encuentra los límites de lo políticamente correcto, en un escenario de empobrecimiento generalizado de la ciudadanía y las tensiones de los temas estructurales que las provincias buscan discutir con la administración nacional. 

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