Panorama político de Vaca Muerta

YPF: la apuesta total por Vaca Muerta y la salida del convencional

La empresa apunta a un cambio de paradigma y busca acelerar en el shale en medio de la transición energética. Para eso se desprenderá de sus viejos bloques maduros.

YPF: la apuesta total por Vaca Muerta y la salida del convencional
Un tanque de almacenamiento de shale oil en Loma Campana.
Un tanque de almacenamiento de shale oil en Loma Campana.

Los desarrollos no convencionales de Vaca Muerta llevan, en el trazo grueso, una década. Es el tiempo en el que comenzó a perfilarse un cambio de paradigma. Argentina quedó posicionada como el tercer país del mundo en hacer rentable el shale a escala industrial. YPF, precursora de esos desarrollos, acaba de cumplir 100 años. Ese nuevo paradigma también le llega a su mirada estratégica. La suma de todas las décadas que abarcan su sello distintivo implica pensar en pueblos y corrientes migratorias surgidas en los albores de la era convencional. Durante ese itinerario, el país tuvo petróleo y gas, y saldos de exportación. Nunca fue un jugador a gran escala. Hoy, la empresa, una de las naves insignias de la industria hidrocaburífera, corre una carrera contrarreloj. La ventana de oportunidades la coloca en un camino que podría extenderse hasta el 2050, quizás antes, quizás algo después. Son, en ese escenario hipotético, unos 25 años para capitalizar un nuevo salto.

Esa doble situación, la aceleración del contexto y la aptitud de la roca llamada Vaca Muerta, hizo que la nueva conducción se incline por una apuesta total por los no convencionales. Y la salida de los viejos campos productores donde pierde dinero. Así lo ven en la gestión que encabeza el nuevo el presidente y CEO, Horacio Marín, quien cree en la posibilidad de que Argentina pueda exportar 30 mil millones de dólares por año en el 2030.

Pero también cree que eso solo será posible optimizando todos los recursos de la petrolera, cuyo valor busca cuadruplicar en cuatro años. “YPF no tiene la necesidad de una internacionalización. Nos vamos a enfocar en lo más rentable para darle valor a los accionistas”, repiten en la empresa.

Marín, están los hechos, sabe cómo acelerar. Con Tecpetrol, el brazo petrolero del Grupo Techint, desde donde dio el salto a YPF, fue uno de los precursores de Fortín de Piedra, el yacimiento insignia del shale gas de la Cuenca Neuquina, montado en dos años, y que expuso al mundo todo el potencial de este segmento de los no convencionales, tras una inversión acumulada de unos 3500 millones de dólares.

En esa puesta en foco del shale, con el arribo del gobierno de Javier Milei que lo colocó en la conducción, sobrelleva ciertas tensiones con gobiernos provinciales, pero también el diálogo para encontrar una salida lo menos traumática posible.

“Provincia por provincia”, el directivo viene hablando con todos los gobernadores donde la empresa tiene bloques maduros, anticipando la salida y buscando acuerdos. “Esto debería suceder en el segundo semestre del año”, confían en la conducción de la compañía. “En el contexto actual, hay yacimientos que son un plan trabajar encubierto. YPF no puede tener ese rol si Argentina busca dar un salto de escala y convertirse en un país exportador”, sostienen fuentes de la petrolera, que puso en escena el potencial del crudo no convencional desde su bloque Loma Campana, donde se asoció con Chevron, en el acuerdo iniciático sin el cual todo lo que sucedió después hubiera sido impensado. 

Habrá tres mecanismos que darán la forma final de esa serie de desprendimientos: la reversión de áreas a estados provinciales; el ingreso de pymes que apuesten a un proceso de optimización de esos bloques; y ventas a otras compañías que estén dispuestas a invertir para el desarrollo de esas áreas. Hay casos y casos: en Neuquén, el 93% del crudo ya sale de campos no convencionales. El resto de la producción (7%) de un total de 381 mil barriles según el registro de enero, lo explican todas las empresas en los alicaídos campos maduros.

Para provincias como Chubut, Santa Cruz, Río Negro y Mendoza, la situación es bien diferente: el crudo y el gas que producen es convencional, el segmento del que YPF quiere desprenderse para poner el foco en el grueso de sus bloques ubicados en la provincia de Neuquén, y para los que desde la gestión anterior viene proyectando obras de infraestructura y puertos de exportación, como Vaca Muerta Sur, el entramado de oleoductos, plantas de procesamiento y salida desde el Atlántico de Río Negro.

Santa Cruz fue un caso testigo inicial, al acordar una reversión de bloques, en la que el gobierno de Claudio Vidal busca incentivar actividad económica a través de una apuesta a capturar inversores que incrementen la producción, con el efecto de tener más fondos de regalías y respaldar el segmento pyme en medio de la crisis económica. 

Será caso a caso, y la mejor o peor receptividad quedará cruzada por amplias variables como el potencial de esas áreas y la coyuntura política y económica del país.

Para YPF el crudo convencional tiene mucho por dar, solo que su rentabilidad mejora desde los bloques que tiene en shale. En muchos de los yacimientos del resto del país "va a pérdida", dicen en la actual conducción. La empresa sostiene que hay peetroleras que van a protagonizar con mayor productividad el rol que hoy vienen jugando, por caso, en la Cuenca del Golfo San Jorge. Como se sabe en toda la industria, el abastecimiento interno es posible por el significativo impacto que tiene el crudo de los viejos bloques argentinos. Esa porción de la producción seguirá siendo necesaria para incursionar en la chance de ir hacia los 1.460.000 barriles diarios en el 2030, en la foto que traza la actual conducción.

Otro tanto con el gas. Como ya lo anticipó Mejor Energía, apunta a convocar a los CEO de todas las petroleras con bloques en Argentina a un plan conjunto, para sumarse al acuerdo que tiene con Petronas, la gigante de Malasia, para producir en conjunto unos 80 millones de metros cúbicos diarios de gas (MMm3/d) en el 2031, para dar forma al proyecto Argentina LNG, que implicaría un reparto por igual de producción, ganancias e inversiones en ese plan que podría cambiarle la cara a la economía del país.

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