Tras el apagón del 1 de marzo

Advierten que nada impide nuevos cortes masivos de luz, tras el apagón del 1 de marzo

Si no se hacen obras, el riesgo de colapsos en el sistema cada vez mayor.

Advierten que nada impide nuevos cortes masivos de luz, tras el apagón del 1 de marzo

A un mes del apagón que dejó sin luz a unas 20 millones de personas en distintas regiones del país, la advertencia de altos directivos del sistema eléctrico nacional es que el episodio puede volver a ocurrir de manera sistemática por la falta de infraestructura que permita moderar el impacto de las fallas, que en esta caso se anticipa no fue por motivos intencionales.

El 1 de marzo a las 16:11, el sistema operaba en condición normal, contaba con generación y reservas suficientes, y la demanda era de 26.434 MW (93,5% sobre el récord) mientras que en el Gran Buenos Aires alcanzaba los 10.455 MW, habiendo marcado el récord de verano minutos antes en esa región. El fuego de pastizales en el partido bonaerense de Campana, fue el origen del apagón, no porque el calor pueda derretir una línea de alta tensión ni generar la salida de servicios, sino porque el humo contiene partículas de carbón que convierten al aire en conductor y puede producir un cortocircuito entre los conductores lo que produce la desvinculación automática de la línea.

A partir de entonces, se registra en un corto intervalo de tiempo, el desenganche de tres líneas: Manuel Belgrano-Rodríguez, Campana-Rodríguez, y Atucha-Rodríguez, lo que se produce por la correcta actuación de los sistemas de protección. La reacción partió el sistema en tres islas que abarcaron el centro y norte del país, región de cuyo y el sur, cada una buscando un equilibrio entre la generación y la demanda, lo que repercutió en que un 40% de los usuarios quedarán sin luz.

Un mes después, los responsables del sistema reseñan que las primeras conclusiones -más allá de que hay una causa judicial abierta a instancia de una denuncia del Ministerio de Economía- indican que “habiendo los sistemas de protecciones y automatismos funcionado correctamente y de acuerdo a su diseño, la respuesta del sistema en la perturbación del 1 de marzo fue la esperada para una falla triple en un escenario de alta demanda”.

Pero el análisis de lo ocurrido también deja una advertencia preocupante, ya que “en las condiciones actuales del sistema nada impide que un nuevo episodio de falla pueda ser contenido porque el sistema quedó chico para la actual demanda y si no se hacen las obras ya identificadas cada vez habrá mas cortes y riesgos de colapsos masivos”.

Es que en ese contexto actual, se proyecta que el sistema registrará un 3% de crecimiento anual de la demanda, por lo cual en los próximos 10 años será necesario abastecer 10.000 Mw adicionales. Ante ese desafío “no es posible mejorar la seguridad operativa sin incrementar la infraestructura ni sólo con automatismos” alertaron los voceros consultados al asegurar que “el trabajo técnico más difícil ya está realizado, hay coincidencia entre el Estado y los privados intervinientes en las obras necesarias y no hay discusiones de fondo sobre por dónde empezar”.

“Lo que tenemos claro como partícipes de la operación de la red es que la falta de crecimiento de la misma nos llevará a convivir con el riesgo de perturbaciones de porte con mayor frecuencia, como así también costos de despacho ineficientes por la necesidad de combustibles líquidos para el abastecimiento de la demanda que vendrá”, insistió una de las fuentes consultadas por Mejor Energía.

El problema, se explicó, es que el 60% de la demanda está concentrada en el Área Metropolitana Buenos Aires y las existentes subestaciones Ezeiza y Rodríguez que reciben la generación para la región “están al límite de capacidad y sin posibilidad técnica de nuevas ampliaciones”, por lo que se impone acelerar las obras previstas que incluyen dos nuevas subestaciones.

Si bien el sistema de transmisión en la Argentina tiene 1,9 fallas por cada 100 kilómetros, incluso por debajo de las 2,0 fallas que es el estándar aceptado en el mundo, es necesario “diversificar y no concentrar las líneas para mitigar consecuencias a eventuales incidentes”. Es decir, hay que generar líneas alternativas para atender la demanda, para permitir reducir la masividad de las consecuencias de un corte y que en lugar de una afectación del 40% de los usuarios se pueda reducir a la cuarta parte o menos.

La Secretaría de Energía, aseguran, tomó nota de la urgencia de las obras y busca el financiamiento necesario para arrancar con el denominado AMBA I y AMBA II, más allá de haber lanzado el Plan Federal III que lejos de atender la urgencia del mayor nodo nacional, decidió encarar una obra en cada una de las 23 provincias, con un financiamiento de US$ 1.100 millones. El tema es, en estas jornadas, motivo de reuniones en el Ministerio de Economía para analizar la viabilidad inmediata de los trabajos prioritarios.

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