Panorama político de Vaca Muerta

El 16 de abril Vaca Muerta también tiene su "Día D"

Gutierrez fijó la fecha de las elecciones provinciales, centro de atención del mundo político y petrolero con el shale en pleno crecimiento.

El 16 de abril Vaca Muerta también tiene su "Día D"
Gutiérrez y autoridades provinciales al anunciar la fecha del comicio.
Gutiérrez y autoridades provinciales al anunciar la fecha del comicio.

Como cada cuatro años desde hace una década, en las elecciones de Neuquén se juega mucho más que un recambio del gobierno. Es que la era de los no convencionales trajo también eso a escena: el creciente interés de los partidos nacionales por tomar el control de la provincia, algo que no ocurrió en las urnas en toda la historia política provincial. (Si bien siempre estuvo y estará ese origen del MPN como partido que logró esquivar la proscripción del peronismo, algo que podría ser una marca de inicio. Pero la rica historia posterior reserva explicaciones en clave autóctona.)

Esa década, ni más ni menos que la década que modificó la producción petrolera en el país, con el auspicioso crecimiento de los no convencionales, puso en escena una riqueza descomunal, que tampoco se explicaría sin ese rol iniciático del ex gobernador Jorge Sapag, que con el shale encontró una opción para obtener recursos que si no estuvieran harían pensar en una de esas películas futuristas con libretos de fin del mundo: el creciente impacto de los asalariados del Estado, una deuda previa tomada en dóladres, se daba de frente con la declinación de las regalías de los viejos pozos de gas y petróleo. 

Ese pasado y ese presente/futuro vuelven casi siempre por contraste cuando se piensa en el calendario electoral, en lo que se pone en juego una vez más. De algún modo, todo eso regresa a tensionarse cuando se fija una fecha de elecciones en Neuquén. Se supo esta semana: el 16 de septiembre miles de neuquinos irán a las urnas. 

Esta vez, en pleno fragor proselitistas, hubo un cambio de paradigma: quedó expuesto como nunca antes el papel de las fuerzas nacionales. Desde el respaldo explícito del macrismo a la candidatura de Rolando Figueroa, el diputado nacional del MPN que da la pelea por afuera, hasta el paroxismo de demoras en las definiciones del PJ sobre una candidatura propia, algo que le abrió paso al “diálogo” y el debate sobre un eventual respaldo a la candidatura del legislador vía la conformación de un frente opositor que sigue en amagues.

Pero también: ese rol del MPN que durante la misma década se las ingenió lo suficiente como para dividir a las fuerzas opositoras, con un entramado de listas colectoras, recursos puestos a disposición, ambiguos y repentinos candidatos, recompensas y castigos, en su afán de continuar en la conducción provincial. 

Lo que nunca antes sucedió es que toda esta disputa se diera en el mejor momento de la producción de Vaca Muerta, con los gasoductos y los oleoductos al borde de la saturación, y con una realidad explicitada de por dónde pasará el futuro de la producción del país y acaso de la región sudamericana, con Brasil financiando obras para el gas argentino y empresas chilenas que también buscan esquivar un escenario de precios elevados e impredecibles, apostando a un mayor suministro y poniendo a punto la infraestructura para la transición hacia las renovables en las que está embarcado de modo pleno el país trasandino. 

Hoy, en el plano local, todo esto se traduce en un presupuesto récord de 799 mil millones de pesos para el 2023, integrado en un 40% por las regalías que percibirá Neuquén por la mayor producción de gas y petróleo en años. Hay 1200 pymes que pujan por tener una mayor participación dentro de la industria, que de todos modos no existirían en un tenor así sin el shale.

Como siempre, el MPN se lo tomó bien en serio: y por eso Marcos Koopmann, el candidato a gobernador, recorre desde diciembre del 2021 la provincia. Y pone todo en juego, una vez más, para tratar de hacer prevalecer ese orden establecido desde hace décadas, que es desvelo de parte del país político y económico. 

En paralelo, el grueso del sector petrolero tiene como tema recurrente el debate sobre las certezas de corto y mediano plazo: si es que el contexto actual decantará en un paso más en la continuidad de un esquema de poder “amigo” de la industria petrolera o si puede irrumpir un escenario desconocido de la mano de otro color político. Para la mayoría, aunque no lo digan, y pese a las rabietas de ocasión con la administración provincial, un eventual cambio de orden impondría ciertas dudas que se suman a las turbulencias del resto de la economía nacional. Por ahora, la andanada de candidatos y referentes políticos de Buenos Aires a uno y otro lado de la grieta que se sacan la selfie en Vaca Muerta no son motivo de más tranquilidad. Y como viene ocurriendo, es un terreno auspicioso para el discurso del MPN y el juego de las diferencias con las fuerzas políticas federales.

 

La coparticipación y los límites del debate en Neuquén

Alberto Fernández es ese presidente que tuvo un respaldo contundente desde Neuquén cuando lo necesitó: se ha mencionado. En plena pandemia, Omar Gutiérrez sostuvo que sería recordado como el presidente que salvó a millones de argentinos. Lo dijo en Villa La Angostura, cuando “Alberto” medía mucho más, el mundo estaba sumido en una oscuridad mayúscula, y con Vaca Muerta luchando para salir de la parálisis por la caída de la demanda local y mundial. Eran otros tiempos. Si bien la sintonía siempre siguió siendo buena. 

Ahora Neuquén terminó firmando junto a 17 provincias el reclamo contra el fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que favorece a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Pero finalmente no adhirió al paso siguiente: el pedido de juicio político contra los ministros del máximo estrado judicial. La coartada perfecta: el viejo discurso del MPN. Los límites de la relación con el gobierno nacional tienen que ver con hasta dónde es beneficioso para Neuquén tal o cual gestión de Nación. Fue así con el gobierno de Mauricio Macri, con un alineamiento casi automático con Cambiemos. Y otro tanto con el Albertismo, como se mencionó más arriba. Una cosa es un reclamo de fondos coparticipables y su reparto equitativo entre las provincias y otro tanto comprar un problema en el camino hacia la elección provincial y a la presidencial.

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