YPF sube la apuesta a la espera de los consensos del mundo político

El primer trimestre del año muestra la continuidad de algunos de los mejores indicadores históricos de producción de Vaca Muerta. El fracking, también esa medida de lo que ocurre en los bloques productores, podría dar un nuevo salto en el 2024. Si la coyuntura política lo permite, al finalizar el año sería posible un incremento del 20 por ciento para alcanzar una nueva marca histórica.

Ese contexto se desprende de un posible crecimiento constante de la producción, que llegaría de la mano del mejor desempeño histórico del crudo en Neuquén, que ya el año pasado plasmó una seguidilla de récords. Los por encima de 370 mil barriles de petróleo de enero tuvieron esta semana un aliciente desde el exterior. Podría durar, al menos, hasta mitad de año: los recortes de la OPEP+ también plantean oportunidades para el shale oil; los cerca de 80 dólares por barril para el Brent, el crudo del Mar del Norte que es referencia en Argentina, podrían impactar en dos sentidos: el aprovechamiento de toda la infraestructura disponible para el bombeo desde Neuquén, con el escalonamiento por etapas de la ampliación de la traza de Oleoductos del Valle (Oldelval), y para la provincia, al menos un sostenimiento de los ingresos por regalías.

Pese esta senda para la producción, el interrogante que cruza Vaca Muerta tiene que ver con las dificultades que se desprenden de la agenda política: la relación con el gobierno nacional, pese a las novedades de la última semana, implica una construcción con final abierto.

El upstream (producción y exploración) del mundo shale tuvo un par de confirmaciones. YPF afianzó la posición que viene sosteniendo Horacio Marín, el nuevo CEO y presidente de la empresa: le atribuyó a la revaluación de los campos maduros en manos de la petrolera una pérdida de 1277 millones de dólares. Se trata de los bloques que la empresa ya no quiere, dentro de su estrategia de focalizar toda su inversión en el segmento no convencional. Al mismo tiempo anticipó su mayor inversión histórica en Vaca Muerta, con 3000 millones de dólares para el 2024. Es la antesala de otros posibles despegues en los que la compañía ya trabaja.

Por un lado, la chance de maximizar su desempeño exportador de mediano plazo, con el oleoducto Vaca Muerta Sur, su vía para el crudo de exportación por el Atlántico en Río Negro. Y por otra parte, su plan “4x4,” de más largo plazo, con el horizonte del gas natural licuado (GNL), algo que, sostienen en la empresa, podría incluir este mes una serie de diálogos con operadoras: busca sumar otros actores del mundo oil and gas a su acuerdo con Petronas, que tiene como objetivo exportar gas licuado en el 2031. Como se informó, la empresa busca asociar a otras operadoras a través de un esquema que podría implicar un reparto del 50% de las ganancias y la inversión.

Al mismo tiempo, tiene un frente que cerrar: su salida de los campos maduros, el medio centenar de bloques que la actual conducción considera un lastre con el cual sería “imposible” avanzar en sus aspiraciones de máxima. Santa Cruz ya aceptó quedarse con una decena de yacimientos. Resta saber qué tipo de salida se definirá para en el resto de las provincias.

El jueves los gobernadores patagónicos delimitaron, en parte, el límite de una posible negociación con Nación. El acuerdo de Puerto Madryn puso en escena todo el potencial energético y productivo de las provincias del sur. Los mandatarios lograron disputarle la agenda al gobierno nacional, parte de lo que los motivó desde el vamos con el objetivo de encontrar, finalmente, interlocutores en la Casa Rosada.

Poner en contexto la producción de crudo y gas, las hidroeléctricas, y el resto de los sectores económicos que en parte definen el modo de vida de la Patagonia, es una carta sobre la mesa para medir qué es del reino de lo posible dentro del diálogo que los gobernadores reclaman y ofrecen al presidente, que ayer prefirió no estar en la foto en la que sí estuvieron los mandatarios provinciales, que buscaron no romper y escuchar.

En esa relación entre las provincias y el gobierno nacional sigue todo por escribirse. Podría decirse que hubo un avance: de los airados reclamos de los patagónicos, que tuvieron como replica una catarata de tuits inicial, a la foto de los gobernadores con Guillermo Francos, el ministro del Interior, que luce como una etapa con un dejo de conciliación. Claro, todo será día a día. Hay algo importante por seguir dilucidando: si finalmente el ministro del Interior y el jefe de Gabinete Nicolás Posse podrán erigirse como interlocutores validados de modo permanente con las provincias. Algo que les fue por momentos esquivo durante la negociación con legisladores nacionales durante el debate de la Ley Ómnibus.

Al mismo tiempo, la respuesta a la pregunta de si la posición de “todo o nada” del gobierno nacional se modificará en su diálogo con los gobernadores, encierra claves para conocer qué es sostenible en el plano político en los próximos días. Lo otro y tan significativo como lo anterior pasa por el impacto social del ajuste económico y hasta qué punto es sostenible sin estertores de conflictividad social. En ese sentido, al FMI volvió a preocuparle esta semana ese escenario en el que las jubilaciones pierden de modo contundente contra la inflación y planteó la necesidad de políticas de contención para los sectores más vulnerables.

Todo sucede en un momento en el que todavía la suba de precios tendrá nuevos capítulos, en medio de un clima de pujas salariales que, por caso en Neuquén, impactaron en un paro al inicio de clases.  

En Vaca Muerta, tierra de dualidades, la foto de comienzo del 2024 muestra oportunidades que se cruzan con los interrogantes de la política nacional con impacto local.