Panorama político de Vaca Muerta

Vaca Muerta: del nuevo récord histórico al cartel de "se vende"

Neuquén alcanzó en septiembre su mayor marca petrolera de la historia. El futuro del shale tuvo rebote en la agenda previa a las elecciones.

 Vaca Muerta: del nuevo récord histórico al cartel de "se vende"
La Amarga Chica, clave del shale oil de Neuquén.
La Amarga Chica, clave del shale oil de Neuquén.

En la previa de las elecciones, Vaca Muerta dio un nuevo salto histórico en la producción de crudo al alcanzar en septiembre los 336.037 barriles diarios en promedio (bbl/d). Es un registro inédito en 105 años, que marca una vez más al shale como un recurso estratégico como el que nunca tuvo hasta ahora Argentina.

En medio de la escalada y restricciones del dólar, las exportaciones de shale gas y shale oil ofrecen un claro sendero desde donde atenuar el impacto de las cíclicas crisis macroeconómicas y el mega endeudamiento que en la foto de hoy muestran el empobrecimiento del 40% de la población.

El salto del crudo se explica por la ampliación de los tendidos internos que permiten transportar más petróleo hacia el complejo refinador, y tan importante como eso, apuntalar las exportaciones en un contexto mundial de demanda persistente y clara incertidumbre política.

El recientemente rehabilitado Oleoducto Trasandino (OTASA) canaliza desde Neuquén, cruzando la cordillera, un promedio de 40 mil barriles diarios hacia Chile, luego de su puesta en marcha en mayo pasado tras el parate desde el 2006. Oleoductos del Valle (Oldelval) amplió en 20 mil barriles su capacidad de bombeo. Es la principal vía de salida para el crudo no convencional. En el primer caso, el petróleo de Neuquén (90% shale oil, 10% convencional) ya llega a la región del Bío Bío, clave del abastecimiento chileno. Ampliando un poco la mirada, cabe señalar que esa zona de puertos también podría ofrecer una salida por el Pacífico para la producción local.

En el segundo caso, los saltos de ampliación en el transporte hacia el este hasta el 2025, impulsarán la salida del crudo hacia el Atlántico. Hoy Vaca Muerta está exportando en torno al 30 por ciento de su producción.

Septiembre también mostró uno de los mejores indicadores históricos para el gas, la chance de mayor permanencia en el mercado del futuro para la formación geológica neuquina. Los 96,79 millones de metros cúbicos diarios en promedio (MMm3/d) del último mes son la segunda mejor marca de la historia. La primera data de agosto pasado con 97 MMm3/d.

Ocurre a la salida del pico de la demanda de invierno en Argentina, el período de mayor consumo doméstico. Lo explica el funcionamiento del primer tramo del Gasoducto Néstor Kirchner, inaugurado en julio pasado. Por este motivo, el país también está ahorrando centenares de millones de dólares sustituyendo importaciones.

Luego de una década de desarrollo en Vaca Muerta, esa en la que fueron fundamentales sucesivos gobiernos de Neuquén y el rol estratégico que tuvo YPF desriskeando (estudiando y despejando el riesgo vinculado al desarrollo de yacimientos) los primeros bloques no convencionales de América Latina, el itinerario del posible crecimiento es más que claro para quien quiera verlo. El latiguillo de “otra Pampa Húmeda” incluso podría quedar chico si es que finalmente en la próxima década Argentina incursiona en el mercado del GNL, algo absolutamente posible.

Cualquiera sea su signo político, el próximo gobierno tendrá en sus manos el futuro de una formidable plataforma para exportaciones y agregar valor, es decir, generar conocimiento e industrias asociadas, como ya sucede con un puñado de pymes de Neuquén que incluso exportan sus servicios. Lo otro es mucho más claro: unas 1200 pequeñas empresas locales y el rol de los principales actores de todos los sectores industriales de Argentina.

Este salto productivo de septiembre tiene lugar en un camino repleto de incertidumbres, a pocas horas de que millones de argentinos empiecen a elegir quién será su nuevo/a presidente/a, algo que nadie parece poder garantizar que no ocurra el domingo próximo, si bien hay ciertos consensos acerca de que la disputa del poder político se resolvería en una segunda vuelta electoral. En ese escenario, una vez más, el mundo Vaca Muerta se coló en la recta final del comicio. El candidato a presidente de La Libertad Avanza, Javier Milei, tuvo un paso por el set del canal Crónica, en una entrevista con “Chiche” Gelblung. Allí se mostró dispuesto a dos cosas: privatizar YPF y “vender Vaca Muerta”, en lo que pareció omitir de un plumazo la potestad que tienen las provincias sobre los recursos naturales, tal como lo delimita la Constitución argentina.

Su posición tuvo un rebote local en la réplica del principal gremialista petrolero de Vaca Muerta, Marcelo Rucci, quien en una entrevista con AM550, le respondió: “se está diciendo cualquier cosa, en estos momentos que están buscando votos, se equivocan”. “Salir en un medio a rifarlo (el recurso Vaca Muerta) por buscar votos me parece un despropósito”, agregó.

Rucci, que está apoyando la candidatura de Sergio Massa a la presidencia, afirmó que “las grandes salidas que tiene este país son a través de nuestra empresa de bandera”. “Todos hablan de Vaca Muerta, pero la mayoría desconoce el potencial que tiene y lo que significa para nuestro país”.

Del otro lado de la grieta, la candidata a la presidencia, Patricia Bullrich, tampoco parece dispuesta a desprenderse del shale. Tanto ella como su principal candidato en Neuquén impulsan el desarrollo de Vaca Muerta. 

 

El mundo, las dos caras crudo y los combustibles

La nueva guerra que se suma al complejo escenario mundial implica, además de su reguero de atrocidades, otra variable de posible impacto en el sector petrolero. En primer lugar, el conflicto entre Israel y Hamás podría azuzar los precios del crudo. De hecho, por estas horas vuelve a superar la cota de los 90 dólares. El mundo tomó nota, en los 20 meses que ya lleva la guerra entre Rusia y Ucrania-Occidente, de la presión inflacionaria que el contexto mundial asestó en las variables locales de precios. En Argentina, ocurre en dos sentidos más claramente. Por un lado, en el petróleo de comercialización interna, con precios desacoplados de los valores internacionales, y expendedores de naftas vendiendo de forma cuotificada los combustibles, por las restricciones que las refinadoras también les imponen, por no poder trasladar los precios internacionales en el mercado local. Pero al mismo tiempo implica un escenario de mayor valor a capitalizar en el mercado mundial para las exportadoras de shale oil de Vaca Muerta que impulsan el último salto en la producción.

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