Importantes mejoras en biodiesel y bioetanol

Cómo el campo y la agroindustria son el tercer generador de energía del país

Las cadenas de generación de biocombustibles y de biomasa son fuente de importantes aportes a la matriz energética, y alcanzan un promedio del 5,5% del total nacional.

Cómo el campo y la agroindustria son el tercer generador de energía del país
El aporte de la agroindustria a la energía tiene mejores perspectivas para 2023
El aporte de la agroindustria a la energía tiene mejores perspectivas para 2023

El sector rural y el agroindustrial de la Argentina originan el 5,5% de la producción primaria de energía, claramente detrás de las fuentes primarias de la industria del gas natural y del petróleo, pero por encima, por ejemplo, de lo que aportaron la energía nuclear y otras fuentes renovables.

Ese logro en la participación total se alcanza, según las últimas cifras disponibles de 2021, a partir de cuatro fuentes: aceites vegetales provenientes de la industrialización de poroto de soja y semilla de girasol; leña; bagazo de caña de azúcar y alcoholes vegetales de la industrialización de maíz y caña de azúcar.

En la serie histórica de los últimos diez años se observa que la participación de la agroindustria en la generación de energía tuvo su mejor desempeño en 2017 cuando alcanzó el 6,7 del total nacional para iniciar entonces un progresivo descenso hasta 2020 al llegar a 4,6%  

De esta manera, el aporte de energía del agro creció en 2021 un 22% y se ubica en el 5,5% del total de la producción primaria de energía, es decir que detrás del gas y el petróleo, la agroindustria en conjunto es el tercer mayor aportante de energía del país, de acuerdo a un trabajo realizado por la Bolsa de Comercio de Rosario.  

El 2022 tuvo mejoras tanto para el biodiesel como para el bioetanol, aunque aún persisten múltiples desafíos y proyectos pendientes. Sin embargo, el aporte de la agroindustria a la energía tiene mejores perspectivas y continuar su senda alcista el 2023, de profundizarse las políticas de promoción y fomento a los biocombustibles.  

Estos últimos representan en Argentina un enclave productivo de suma importancia, puesto que no sólo juegan un rol fundamental dentro de la matriz energética, sino que también se sitúan dentro de las cadenas agrícolas de producción contribuyendo al agregado de valor nacional aprovechando las materias primas generadas localmente.

Actualmente se identifican dos mercados de biocombustibles donde la producción de cereales y oleaginosas se ven implicadas de manera directa: El biodiesel y el bioetanol, en este caso, derivados de la soja y el maíz, respectivamente, son los bienes cuyas industrias se enlazan en las cadenas productivas añadiendo valor agregado a los granos nacionales.

En el 2022 las estructuras productivas de estos biocombustibles presentaron realidades diferentes en los cuales la producción de bioetanol nacional alcanzó niveles sin precedentes, mientras que la industria de biodiesel, luego de una clara recuperación post pandemia, volvió a marcar altibajos registrados en los últimos años.

La energía en base a la biomasa rural es un modelo de negocios que se basa en el aprovechamiento de los recursos provenientes de los sectores agrícola, ganadero, agroindustrial y forestal que pueden representar un gran aporte a la instalación de una nueva matriz energética nacional, basada en las bioenergías.

Se trata de energías limpias ya que no contribuyen al aumento de los gases de efecto invernadero, dado que el balance de emisiones de CO2 a la atmósfera es neutro al ser reabsorbido mediante la fotosíntesis.  

De acuerdo a distintos análisis del sector, la biomasa ya sea por materia orgánica de origen animal o vegetal, puede ser transformada por procesos físicos, químicos y biológicos en biocombustibles y generar energía eléctrica, mecánica o térmica.

El potencial de ese capacidad se advierte en que la Argentina tiene una gran cantidad de biomasa habitualmente de descarte provenientes de caña de azúcar (RAC, bagazo, vinaza), cítricos (poda, cáscaras, carozos y pieles), vid (poda y orujo), olivo (poda y orujo), podas y raleos forestales, residuos de aserraderos y carpinterías, pajilla de arroz, residuos de la cría y procesamiento de pollos, residuos de feedlot, purines de cerdo y bosta de diversos orígenes, cáscara de maní, vísceras de faena de animales, residuos agrícolas (rastrojos).  

El año recientemente finalizado termina con importantes mejoras productivas para el grueso de las fuentes de energía que dispone la Argentina. Vaca Muerta sigue dándole ímpetu a la cuenca neuquina, que en los primeros once meses del año mostró un crecimiento del 28% en su producción de petróleo y un 15% en extracción de gas.

Con este gran aporte, la producción de petróleo y gas en todo el país cerró con subas cercanas al 13% y 7% respectivamente, logrando en el primer caso un máximo de 11 años, mientras que la producción de gas sería la segunda más alta en al menos 13 años.

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