La producción de Vaca Muerta

Chile ya importa más gas argentino que GNL, pero discute el futuro de su matriz

El vecino país vuelve a aprovechar el shale gas disponible, pero debate de qué manera integrarlo a un sistema en el que avanzaron el GNL y las renovables tras el quiebre de suministro.

Chile ya importa más gas argentino que GNL, pero discute el futuro de su matriz
La demanda chilena ganó flexibilidad con gas argentino, utilizando el GNL como buffer.
La demanda chilena ganó flexibilidad con gas argentino, utilizando el GNL como buffer.

El gas de Vaca Muerta representa más de la mitad de las importaciones de gas que lleva realizadas Chile en el primer semestre del año, con una participación creciente que empuja a los numerosos actores de la industria energética chilena a dirimir sobre el rol que podrá tener este combustible en su matriz en la próxima década.

Luego de años de quiebre de suministro por decisión política y escasez de recurso del lado argentino, los envíos de gas se retomaron tímidamente en 2018, pero el incremento de producción en la Cuenca Neuquina lo convirtió en un combustible que representa una oportunidad para competir con el GNL por precio, y para desplazar otros recursos más costosos y contaminantes como el carbón y los combustibles líquidos que utiliza la generación eléctrica.

Chile tuvo un desarrollo de enorme relevancia en su sector de gas natural entre 1998 y 2004, período en el cual el país tuvo acceso a gas a bajo costo proveniente de Argentina. Durante dichos años se construyeron cuatro gasoductos, sumó cerca de 4.700 MW de capacidad instalada al sistema de generación eléctrica, la que hoy da cuenta de un 20% del sistema eléctrico nacional (SEN). Pero la interrupción del suministro obligó a volcarse al GNL.

El análisis inicial superada esa crisis, indica que para Chile no es necesario hacer una apuesta por Argentina que involucre riesgos mayores, aunque sí analizar la conveniencia en base a su propio modelo de desarrollo energético y sus planes de transición. Los gasoductos, los puertos de regasificación, las plantas de generación en base a gas natural y las redes internas ya se encuentran desplegados y permite hacer un uso de oportunidad del gas argentino, sin riesgo de largo plazo porque se cuenta con los puertos de regasificación de Mejillones y Quintero.

En un debate realizado en la Embajada de Argentina en Santiago de Chile, el presidente ejecutivo de la Asociación de Gas Natural, Carlos Cortés, dijo que “se está buscando un nuevo equilibrio, una reconfiguración del sector” con los suministros crecientes desde la Argentina que en 2022 representó el 50% del total del gas que importó Chile, y el otro 50% de GNL; pero que en la primera mitad de 2023 “el gas trasandino ya representa una mayor participación”.

En líneas generales, los actores privados coinciden que en el corto plazo el gas va a seguir teniendo un rol relevante en la matriz energética, en la que hoy participa con un 23% de integración, pero que el precio y el carácter flexible de los contratos para asegurar complementariedad dirá que tan competitivo o fuerte será ese rol en el mediano y largo plazo.

Por su parte, el gerente general de GNL Chile, Mario Camacho, el país debe “asegurar un suministro al menor costo posible y diversificado”, con el gas argentino y el gnl que brinda una situación de mayor tranquilidad y seguridad, con contratos de largo plazo que se extienden hasta el 2030 y que se han cumplido aún en la crisis energética desatada tras la invasión a Ucrania.

Para Camacho, la flexibilidad ganada con la llegada del gas argentino ha sido “utilizar al GNL como buffer, en un mercado internacional con precios raros” y que en el futuro el shale de Vaca Muerta debería dejar de ser un gas de tan corto plazo, de siete meses, y que brinde “la posibilidad de integrarlo de mejor manera en la programación anual de GNL”.

Para el gerente de Gestión de Colbún, Luis Le Fort, el sistema de generación eléctrica sumó con el GNL una flexibilidad que antes no tenía, pero en la actualidad “se debe considerar la presión que ejercen tecnologías mucho más competitivas que son las renovables”. Hoy estas fuentes de generación buscan reemplazar al carbón de la matriz chilena, pero luego lo harán con el gnl y con el gas, en particular por el reclamo de “las grandes mineras que quieren todo verde”.

En ese escenario, la demanda de la generación eléctrica empieza a achicarse rápidamente para el gas natural pero ese espacio que aún resta sólo puede ser aprovechado con contractualización y previsibilidad de suministro.

“Vamos a seguir desconfiando por un tiempo, pero si el gas argentino quiere acompañar esta transición en Chile y que la demanda del sector eléctrico se mantenga, tiene que analizar su competitividad de precios y condiciones porque se necesita flexibilidad para poder oscilar entre firme e interrumpible” de acuerdo a las necesidades del sistema, resaltó Le Fort.

En similar sentido, el titular de la Terminal GNL Mejillones y director de la Asociación de Gas Natural, coincidió en que el gas natural licuado es “el respaldo de seguridad que Chile construyó y con al cual la convergencia de gas de Argentina debería tener cierta flexibilidad” pero que sea favorable para la demanda pero también para la oferta. Si se puede encontrar un punto de conveniencia en lo económico y en la transición energética hay posibilidad en Chile de aumentar la penetración de gas, y no sólo en la generación eléctrica sino también en otras aplicaciones como la calefacción, la industria o el transporte.

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