El MPN marca el territorio de la disputa en la recta final hacia las elecciones

El Movimiento Popular Neuquino hizo otra convocatoria multitudinaria en la ciudad de Neuquén. Será uno de los últimos actos con esa característica camino a las elecciones provinciales del 16 de abril. De este modo, posicionó una vez más a sus candidatos a la gobernación y vice, Marcos Koopmann y Ana Pechen, y también a su referente para la capital: el intendente Mariano Gaido, que busca la reelección y es una pieza clave en el distrito que pone en juego la mayor cantidad de electores.

Con el acto del viernes, el oficialismo hizo su acostumbrada puesta en escena: la disponibilidad de recursos y la participación de miles de afiliados y trabajadores de la planta política movilizados, parte del motor central con el que buscará permanecer en el poder tras la próxima cita en las urnas. Es un mensaje en dos sentidos: al votante y también a sus contrincantes, que miden cada centavo invertido en el itinerario electoral.

A 42 días de las elecciones, la realidad, al menos en la foto de hoy, no muestra grandes sobresaltos en términos de gestión para el oficialismo. Al mismo tiempo, es un período lo suficientemente amplio para que todo pueda suceder. Pero lo cierto es que el gobierno de Omar Gutiérrez cerró los acuerdos salariales con los estatales, tema que suele ser parte de los principales conflictos a cada inicio del año. Esta vez, el comienzo de clases, al menos en el plano salarial con los docentes nucleados en el gremio ATEN, no tuvo mayores escollos. La aceitada relación del gobierno con el oficialismo del gremio ATE no indicaba otra cosa que un acuerdo como el que finalmente cerró.

En el difuso e interesado mundo de las encuestas, hay casi para todos los gustos. Desde ya que el partido de gobierno asegura que pica en punta, lo mismo que su díscolo contrincante Rolando Figueroa, el diputado nacional que se fue de la estructura partidaria. Por fuera de esas y otras miradas de todo el arco político, que van de lo más serio a lo descabellado, de acuerdo al candidato o candidata que se consulte (y dé a conocer sus propios números), lo cierto es que unos y otros observarán en los próximos días qué sucederá con la consolidación de las candidaturas del FdT, con Ramón Rioseco y Pablo Cervi, de Juntos por el Cambio. ¿Se afianzarán luego de las tensiones internas previas a la decantación de las fórmulas que encabezan?

Parte de la suerte de Figueroa -y del resto de los postulantes-  quedará atada a los desempeños del PJ oficial y su territorialidad y a qué tan aceptable termina siendo él mismo para la porción del macrismo que no forma parte del acuerdo que lo respalda en la capital neuquina.

En esa delgada línea de interpretaciones y pronunciamientos parecen ir las palabras del titular de la obra social de los petroleros, Guillermo Pereyra, que lo pegó a los dos últimos gobiernos nacionales y a lo que considera sus erróneas políticas previsionales, toda vez que Figueroa respaldó la moratoria impulsada por el gobierno nacional en la votación del Congreso.

En tanto, el MPN recurre a su manual de estilo preelectoral. Ese que le viene dando resultados desde hace seis décadas. Afianza su discurso de la diferenciación respecto de las fuerzas nacionales, que le siguen ofreciendo flancos débiles por donde se mire. Pero al mismo tiempo busca cómo asimilar una crítica que, según se profundiza la crisis económica argentina, muestra una contracara de la que había quedado más o menos indemne en el último lustro: la desigualdad, la pobreza y ciertas asimetrías, son un terreno fértil para todo el arco opositor, que también se prende de Vaca Muerta como crítica por oposición.

Es un simplismo, pero permea en el común del neuquino que la esté pasando mal: en la provincia del gas, amplios sectores no lo tienen, y las cifras siderales de inversión, si bien impulsan niveles de actividad y empleo de los mejores del país a la salida del peor tramo de la pandemia, tampoco alcanzan para dar respuestas a miles de nuevos habitantes que llegan para subirse a la fiebre del shale (muchos de ellos quedan en asentamientos o regresan a sus puntos de origen, cuando saben que nada es tan simple, ni siquiera en el terreno de la oportunidad económica más grande que tiene el país delante suyo).

Algo de eso hubo en el discurso de Koopmann en Afuven, el predio de los veteranos del fútbol neuquino donde el oficialismo asegura que convocó a 35 mil personas:

Ratificó un plan para llevar gas “al 100% de las familias neuquinas”, con la ampliación de los gasoductos troncales, la puesta en marcha de gasoductos virtuales y la construcción de las conexiones domiciliarias. “Estos gasoductos los deberían haber construido los distintos gobiernos nacionales”, dijo “pero a ellos lo único que les interesa son los gasoductos para llevarse el gas de Vaca Muerta al puerto de Buenos Aires, no los que le llevan este servicio tan esencial a los hogares de las familias neuquinas”, afirmó el candidato.

Recorrió la corta historia de los no convencionales en Neuquén, poniendo de relieve el rol central de Jorge Sapag, “que siguió adelante cuando muchos le decían que Vaca Muerta no iba a desarrollarse”; destacó a su compañera de fórmula, Pechen, “que tuvo el coraje y la capacidad de encontrar los acuerdos que permitieron en 2013 aprobar la ley que fue el puntapié inicial para el desarrollo de Loma Campana” el bloque insignia del shale oil en Argentina, y a Gutiérrez, que “consolidó y amplió ese crecimiento”.

“Hoy el desafío pasa por hacer que todo lo generado por Vaca Muerta, beneficie a todas las familias neuquinas, en todas las regiones de nuestro territorio”, planteó Koopmann, quien recordó que en “los últimos 12 años, la población de Neuquén creció un 32%, duplicando la media nacional”.

En la recta final hacia el comicio que definirá la administración provincial, y su incidencia determinante en los recursos energéticos del país, es parte del escenario político en la zona de influencia de los principales bloques del shale en Argentina.