El futuro del shale oil

ENAP afirma que el Oleoducto Trasandino estará operativo para el primer trimestre del 2023

La petrolera chilena anunció la última etapa de rehabilitación del ducto que le permitirá satisfacer el 30% de la demanda de su Refinería Biobío.

ENAP afirma que el Oleoducto Trasandino estará operativo para el primer trimestre del 2023
Los campos productores de shale tendrían una salida con el Oleoducto Trasandino
Los campos productores de shale tendrían una salida con el Oleoducto Trasandino

La Empresa Nacional del Petróleo (ENAP) anunció que para agosto tiene programado el inicio de la última fase de rehabilitación del Oleoducto Transandino (Otasa), que une la provincia de Neuquén con la Región del Biobío, continuando con el proceso iniciado a finales de 2021 y que apunta a retomar las operaciones durante el primer trimestre del próximo año.

“Hasta ahora, la rehabilitación del ducto se ha ceñido a lo estipulado en el calendario trazado por OTC y OTA (Las sociedades del lado chileno y el argentino). Tenemos la confianza de que esta etapa final mantenga esa misma tendencia, sin deficiencias ni fallas, y podamos reiniciar las operaciones durante el primer trimestre de 2023”, dijo el gerente general de ENAP, Julio Aranis.

El ejecutivo chileno, aseguró que “de esta forma, se recuperará infraestructura muy importante para el desarrollo de los negocios de la empresa” trasandina, la que afrontó “una inversión para el programa de revisión del ducto de 13 millones de dólares”, lo que se complementa con otros US$ 82 millones previstos para las tres etapas de reacondicionamiento del lado argentino.

El ducto de Otasa que tiene 425 kilómetros de extensión y pertenece a una alianza entre ENAP, YPF y Chevron, se encuentra inactivo desde 2006, sin embargo, “con el repunte en los últimos años de la actividad en Vaca Muerta, se convirtió en un valioso objetivo estratégico para el traslado de crudo hacia el Pacífico”, comunicó la empresa.

ENAP explicó que cuenta con la opción de acceder al crudo que se transportará por el ducto y espera poder satisfacer cerca del 30% de la demanda de su Refinería Biobío. Además, el diferencial de crudo transferido por el oleoducto no adquirido por ENAP, podría ser exportado desde Argentina como carga en tránsito a través del Puerto de San Vicente.

El proceso de rehabilitación consiste en la exhaustiva revisión de los estanques de origen y destino, junto con la realización de pruebas para comprobar el estado de la estructura del oleoducto, cuya capacidad diaria es de 18 mil metros cúbicos. En esta etapa final, el ducto es llenado de agua para realizar la in-line inspection y chequear que no existan fallas de material.

La semana pasada, en un encuentro organizado en Neuquén para analizar los planes de inversión y los pedidos de extensión de concesiones de las concesionarías de los oleoductos de la Cuenca Neuquina, el presidente de Otasa, César Grzona explicó que tras una etapa inicial de diagnóstico, se atraviesa en estos meses otra de puesta en valor hasta la entrada en operación.

Esa tarea está demandando reparaciones del ducto, cambios de tramos, actualización de los sistemas de medición y de los de control, habilitaciones a nivel provincial y nacional, autorizaciones aduaneras, la interconexión con otros sistemas de transporte y la tarea de llenado de stock operativo de crudo por parte de los cargadores.

El oleoducto no estaba en funciones desde 2006, por lo cual la primera revisión binacional detectó la necesidad de cantidad importante de anomalías severas, cambios de tramos en cruces de ríos y reparaciones severas en alta montaña. Grzona afirmó que con el avance de las tareas se estaba en condiciones de lograr su operatividad en diciembre con un caudal mínimo de transporte de 8.000 metros cúbicos por día de petróleo (m3d), con capacidad total de 17.500 m3d, lo que permitiría una pronta salida exportadora al crudo neuquino hacia el oeste.

La infraestructura que opera Otasa -empresa que pide una extensión de concesión hasta 2037- consta de tres estaciones de bombeo eléctricas del lado argentino que permiten remontar el crudo hasta unos 2.000 metros de altura en pena Cordillera, y otras dos estaciones reductoras del lado chileno, a lo que se suman 34.000 m3 en tanques de cabecera y otros 150.000 m3 en tanques de planta terminal.

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