El shale gas como clave regional

Cómo Vaca Muerta puede transformar la integración bilateral con Brasil

En 90 días, el Gobierno nacional quiere lanzar la licitación del segundo tramo del gasoducto Néstor Kirchner, la llave para abrir el poderoso mercado brasileño al shale gas neuquino.

 Cómo Vaca Muerta puede transformar la integración bilateral con Brasil
El gas de Vaca Muerta también puede ser una clave de la economía brasileña.
El gas de Vaca Muerta también puede ser una clave de la economía brasileña.

A pesar de todas las contradicciones que guarda el mayor bloque comercial sudamericano, el gas de  Vaca Muerta se convirtió en los últimos tiempos en un tema recurrente en la relación de los dos principales socios.

Argentina y Brasil, las más fuertes economías de la región tienen un intercambio comercial alicaído en comparación con el potencial de los dos mercados, con un rojo que en 2022  volvió a consolidarse en detrimento de la Argentina y que cerró en los US$ -2.250 millones.

La llegada del presidente Inacio Lula da Silva a la Argentina significa un esperado espaldarazo al  interés brasileño por contar con el gas neuquino para dar mayor competitividad a sus cordones industriales de las megaciudades de Porto Alegre y de San Pablo, la meca productiva del subcontinente.

Las dificultades que viene reflejando Bolivia para cumplir con los contratos de abastecimiento de gas tanto para sus clientes de la Argentina como de Brasil, es un incentivo  adicional para acelerar las obras que permitan la conectividad necesaria.

El gobierno del ex presidente Jair Bolsonaro desde 2021 alentó a concretar esta vinculación física y contractual de largo plazo que le permitiría a la Argentina encontrar un primer destino de  exportación de real peso para la capacidad de producción que tiene la formación no convencional, y a la vez incrementar el nivel de intercambio para aportar a transformar el déficit -que desde 2004 promedió los US$ 3.500 millones- en superávit o al menos en un equilibrio más virtuoso.

Hoy los  dos bienes más exportados son de la industria automotriz: vehículos a motor para el transporte de  mercancías y usos especiales y Vehículos de pasajeros, los que representaron poco más de un tercio de las  exportaciones argentina hacia Brasil. Le siguen trigo y centeno, Motores de pistón y recién enquinto lugar energéticos con Propano y butano licuados.

Tal es el interés brasileño por garantizar su seguridad energética a la industria al precio competitivo que Vaca Muerta puede ofrecer, que el Banco Nacional de Desarrollo de Brasil (BNDES) acordó parte del financiamiento del segundo tramo del Gasoducto Presidente Néstor Kirchner por un monto  de US$ 689 millones, tal como viene anunciado el Ministerio de Economía y la Secretaría de Energía, hace más de un mes. Buena parte de los insumos que requeriría este segundo tramo se comprarían en Brasil, tal como ocurre hoy con el primer tramo del tendido en marcha.

El resto de la millonaria obra estaría en manos del CAF -banco de desarrollo de América Latina-, a lo que se sumarían los aportes del Estado nacional a través de Enarsa y de las compañías petroleras  interesadas en el negocio exportador.

A pesar de las rispideces y cruces con la Argentina, el gobierno de Bolsonaro avanzó en las discusiones técnicas para lograr el abastecimiento, a partir de la llegada del gas natural al sur de Santa Fe con el tramo Salliquelo-San Jerónimo, y a partir de entonces aprovechar el ducto ya  existente que cruza la frontera a la altura de la ciudad de Paso de los Libres, en la provincia de  Corrientes, hasta el municipio brasileño de Uruguayana, donde existe una central termoeléctrica  abastecida en distintos momentos del año con gas argentino.

El suministro que se concretaba sólo cuando el país tenía excedentes se paralizó entre 2015 y 2021 y se retomaron temporalmente desde  entonces, e incluso en los últimos 12 meses se concretaron envíos a Brasil desde el buque  regasificador que se encuentra en la terminal de Escobar, al norte de la provincia de Buenos Aires.

A partir de Uruguayana, Brasil debería construir la continuidad del gasoducto hasta Porto Alegre, un  tramo de 615 kilómetros -en un trazado ya ideado a comienzos de los 2000-, y desde allí ya se  podría integrar a la infraestructura de gasoductos existentes para llegar al cordón industrial paulista.

Pero ambos países, también analizaron la posibilidad de una nueva traza completamente nueva que  permita una mayor capacidad de transporte, hoy estimada en poco más de 5 millones de m3 diarios, o incluso, luego de la reversión del Gasoducto Norte que opera TGN alcanzar el mercado brasileño a través de la capacidad ociosa que tienen los ductos de Bolivia por su declino productivo, mediante  el pago de un canon de uso.

Cualquiera sea el camino, Brasil desde diciembre de 2021 en boca de su ministro de Minas y  Energía brasileño, Bento Albuquerque, viene afirmando que es una "prioridad absoluta" el proyecto de construcción de un gasoducto que les acerque el gas de Vaca Muerta, como parte del diálogo que  viene encabezando el embajador Argentin Daniel Scioli.

Las negociaciones ya habían sido anunciadas a mediados de ese año por el mismo Bolsonaro: "Estamos en negociaciones con Argentina por el gas de Vaca Muerta. Saldrá algún día, porque no es fácil empezar a importar gas,  crear, construir ductos", dijo por entonces en la primera de sus varias menciones al tema.

Un año después, en julio de 2022, también se refirió a la cuestión cuando aseguró que “el acuerdo de gas de  Vaca Muerta avanza. Será bueno para los dos países”, al recordar que Bolivia cortó el 30% de su  suministro y que para Brasil comprar el energético a otro productor sería “cinco veces más caro”.  

Brasil promulgó a comienzos de 2021 una nueva Ley del Gas que desregula el monopolio de Petrobras en el sector y abre el mercado a la importación a cualquier privado que quiera asegurar su  abastecimiento.

Un acuerdo con la Argentina para construir las obras necesarias acercaría esa posibilidad de reducir los precios del gas a través de una mayor competencia. Se podría retomar así, la idea de una integración energética regional que a comienzos de siglo quedó frustrada para la construcción del Gasoducto del Sur, una iniciativa impulsada por una sintonía política.

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