Panorama político de Vaca Muerta

El gasoducto, la justicia y la presión por la falta de gasoil

El firma del primer contrato del troncal para el shale busca dar vuelta la página por las tensiones en la interna del gobierno. La falta de gasoil vuelve a escena.

  El gasoducto, la justicia y la presión por la falta de gasoil
El shale necesita infraestructura para sostener el crecimiento actual.
El shale necesita infraestructura para sostener el crecimiento actual.

El juez Daniel Rafecas archivó la causa que desató la escandalosa salida del ex ministro Daniel Kulfas, quien en una semana pasó de arrojar sospechas sobre la obra más importante del gobierno que decía defender, a desmentirse a la hora de la verdad en los Tribunales. No es claro si está todo dicho. Pero fue una semana en la que los cruces parecen haber abierto paso a que el troncal para Vaca Muerta entre en la escena de lo posible. ¿Habrá salido del horizonte de sucesos de ese agujero negro que parece tragarse todo desde el corazón del FdT y la grieta con la oposición?

Por lo pronto, ENARSA y SIAT, la empresa del Grupo Techint que proveerá las tuberías para el tendido de 580 kilómetros, firmaron el contrato. El presidente de ENARSA, Agustín Gerez, sostuvo en una entrevista con el diario La Nación que los plazos son los mismos que los del plan inicial. Junio del 2023. Un rumor de dudas arrecia sobre esa posibilidad dentro de la industria petrolera. También lo dijo ese hombre clave que renunció ante el cuadro de situación que se encontraba en el día a día de la planificación de la obra: respuestas de sí, que en rigor se transformaban en un no, ya que las cosas no pasaban. Antonio Pronsato dijo que en el mejor de los casos el gasoducto podría estar finalizado en octubre del 2023.

Al día siguiente, tuvo lugar la firma del contrato de las tuberías. Tenaris adelantó que contratará 300 trabajadores en su rol de proveedoras de las cañerías.

Corren los plazos para la segunda licitación, aquella de la construcción, cuya forma final todavía no está clara. Gerez piensa que en agosto el gasoducto podría estar adjudicado.

La finalización de la obra (o su eventual demora) seguirá tallando en la escena política nacional. ¿Podrá el gobierno subirse a la foto de una obra terminada en medio de la campaña presidencial? Es lo de menos, porque lo de más es que de una vez por todas ese gas argentino empiece a inyectarse. Sin embargo, quizás el contexto, y la foto no deseada ni siquiera por sectores de la oposición de una obra sin concluirse, actúen como un factor para la aceleración. 

 El cuadro de situación del gas seguirá como tema de peso para la macro al menos por otro año más. Queda por ver qué tanto la extensión de la guerra estimulará el gasto de las compras de GNL que el país necesitará hacer en el exterior, o si bien el contexto internacional moderará ese ciclo actual de valores récords. La duración de la crisis por la guerra de Rusia y Ucrania-OTAN es un factor para medir esos tiempos. Pero también el proceso de recuperación del mercado que siga a ese eventual final, hoy para nada claro.

El gas que Argentina compra en el mundo sale casi ocho veces más que el mejor precio del Plan Gas.Ar. Esos 3,70 dólares que se pagan a las productoras locales son una suerte de objeto del deseo para el ministerio de Economía, que ve cómo la sangría del BCRA tiene entre sus principales motivos los pagos de ENARSA a 25 dólares por millón de BTU para el gas importado.

Lo ven otros países de la región. Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, puso esta semana una vez más la mirada en el gas de Vaca Muerta. Gabriel Boric busca acelerar el proceso de importaciones de Chile desde Vaca Muerta, de la mano de su plan de descarbonización de la generación eléctrica y la presión de los los caros cargamentos de GNL.

El lunes pasado el gobernador de Neuquén Omar Gutiérrez abrió la semana buscando desterrar las licitaciones del nuevo gasoducto del plano de las incertidumbres. Dijo que Vaca Muerta necesita “cinco gasoductos y dos oleoductos más”. Fue como poner en contexto que sería una locura que Argentina no construyera el sistema de gasoductos proyectado, por más compleja que sea la obra, y que las ligas mayores del mundo, esas que indagan Martín Guzmán y Alberto Fernández con promesas de GNL, requieren de, finalmente, tirar esos caños. Que no basta con la declaración de intenciones. Que a las palabras hay que revalidarlas con hechos. Que el país necesita cinco y no se puede hacer uno todavía. La frase tuvo un poco de eso. 

El MPN cada tanto acomete ese rol un tanto evangelizador sobre Vaca Muerta. La puesta en contexto del recurso y las necesidades para hacer sustentable su desarrollo. Y por contraposición, las malas cartas de las internas y decisiones de los gobiernos nacionales de turno que afectan ese desarrollo que derrama tanto en Neuquén como en todas las provincias que abrevan en los bloques en cercanías de Añelo. Es extraño, el diagnóstico no es el problema. Hay un paroxismo de coincidencias, al margen de los colores políticos que se tomen en La Rosada, que no se condice con el atolladero del transporte. En la era de los mejores indicadores de producción de ese recurso fastuoso que es Vaca Muerta, la gran carencia es la falta de un núcleo estructural para sostener ese despegue. Eso es tan importante como esquivar el frente externo del corto plazo. Los 45 mil millones de dólares de deuda del país con el FMI requieren de garantizar el futuro del bombeo de gas y crudo para exportaciones, motor central para surfear la tormenta económica cuyo final es difícil de ver.  

 

El gasoil y la suba del 12%

El país de las paradojas y la restricción externa deja una de sus acostumbradas fotos del ying y el yang: crecimiento récord del consumo de combustibles, pero imposibilidad de abastecimiento. Hubo de todo: contrabando, stockeo en tanques porque, se sabe, los combustibles tenían que seguir subiendo (y ocurrió), y porque el sistema de refinación de gasoil no da abasto en las actuales circunstancias.

En la mirada del gobierno nacional, una suba del precio de los combustibles, más por costumbre que por matemática, aceleraría la desmesurada inflación. Pero al mismo tiempo ese anclaje de precios en los surtidores, muy lejos de traducir el Brent a 120 dólares del mundo, plantea que invertir para ampliar  a gran escala la capacidad de refinación de gasoil sea algo para pensar mucho; tanto como importar el 30% del gasoil que se necesita, un negocio ruinoso sin trasladar ese mayor precio a las ventas domésticas.

Es la pesadilla perfecta: crisis de deuda, caída previa por COVID, salida del peor momento de la pandemia, despegue de la demanda con inflación propia y externa, escasez de dólares para el desarrollo necesario para generar más producción; presión sobre ese dólar que también empobrece a millones de trabajadores formales e informales. Es un tablero en el que por ahora las decisiones correctas no son tan buenas sino más bien las que no hagan tanto daño. Definiciones que conviven con ese peor plano del gobierno en el que la pelea por la sucesión termina en un tiro en el pie y acotando aún más los márgenes de decisiones con impacto en la vida económica del país. 

 

El corte del gasoil con un 50% más de biodiesel, dicen en el marcado, moderará levemente esa escasez. Es decir, no es una solución definitiva ni mucho menos. En ese contexto, YPF, Raizen, PAE y Trafigura, dieron a conocer un comunicado en conjunto donde se muestran juntas en sostener una mirada en común sobre lo que pasa en el sector. El grueso de la responsabilidad por supuesto pesa sobre el brazo estatal de YPF, que también mira cómo el 49% de sus accionistas privados miden aquello de importar gasoil a precio internacional sin poder trasladar esos costos al expendio en Argentina. La suba del 12% del gasoil autorizada el jueves también tiene que ver con eso. 

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