Panorama político de Vaca Muerta

Vaca Muerta, territorio en disputa

Guzmán se sube a la agenda petrolera. El MPN entra en modo electoral y se abroquela ante candidatos nacionales.

Vaca Muerta, territorio en disputa
Guzmán, en la pantalla durante el lanzamiento del gasoducto.
Guzmán, en la pantalla durante el lanzamiento del gasoducto.

La agenda política en los bloques de Vaca Muerta quedó, sobre todo esta semana, cruzada por las tensiones. Por un lado, la feroz interna en la coalición del Frente de Todos tiene desde hace un mes un capítulo que incluye el rol creciente del ministro de Economía Martín Guzmán en los temas de la industria oil and gas. 

Viene de un raid vinculado al mundo energético que rompe con todo su período anterior. Luego del entendimiento con el FMI aceleró su comunicación sobre los temas del sector: se podría decir que cualquier intento de hacerlo, sin el paso previo del acuerdo de la deuda, hubiera sonado cuanto menos fuera de contexto. Pero, al menos públicamente, hoy Guzmán se subió al tren de Vaca Muerta y del sector energético como no lo había hecho antes. Algo que, desde el gobierno nacional, en buena medida era capitalizado por el secretario de Energía Darío Martínez (el presidente del PJ neuquino que aspira a la gobernación) y la conducción de YPF.

En su último viaje a Washington, el titular del Palacio de Hacienda comunicó que le pedían un marco regulatorio para el gas natural licuado, hoy, una quimera que podría cambiar la escala de los desarrollos de la Cuenca Neuquina y no solo. 

A continuación, dijo presente, a través de un video, el día del vendaval de viento y tierra en Loma Campana, cuando Alberto Fernández enfatizó que el gasoducto Néstor Kirchner se iba a hacer. Esta semana tuvo otras dos participaciones vinculadas al sector petrolero: en el cierre de la jornada de Transición Energética de IDEA prometió cambios normativos para flexibilizar las restricciones de acceso a divisas, piedra fundacional de un posible crecimiento de inversiones del sector en el país. Luego, como para no dejar dudas, visitó Neuquén, participó de un foro económico y se sacó la foto con Omar Gutiérrez, el gobernador cuyo gobierno administra las concesiones no convencionales. 

En medio de los cuestionamientos que arreciaban desde Buenos Aires, fue la platea donde Guzmán dijo aquello de que no se iba a prender en disputas de poder.

El gobierno nacional, en toda su composición, por fuera de las diferencias centrales que amenazan con su colapso, rinde en su conjunto exámenes de gestión. Ya corre el reloj para que, discursos, títulos y posicionamientos al margen, logre licitar una obra que tendrá su correlato en el beneficio de millones de argentinos y permitiría contener algo del déficit externo, que este año podría llegar en el sector energético a unos 4200 millones de dólares según lo anticipó esta semana el consultor Daniel Gerold. 

Para el gobierno, para todas sus expresiones, corren esos plazos. Eso sí es una suerte de denominador común.

 

El poder del símbolo y las no discusiones

El MPN tiene una cita con su interna. El partido provincial empieza a definir su presidencia. El sector Azul que conducen Jorge Sapag y Omar Gutiérrez se reúne para dar una demostración de poder. Ese aparato que promete juntar a unas 15 mil personas en Villa El Chocón busca primero marcar el territorio en la provincia. Aquello de mostrar qué significaría medirse en los próximos meses con la enorme cantidad de recursos del partido de gobierno. 

El gesto tiene destinatarios internos y externos. La mirada de pago chico implica mostrar el tenor de dificultades que afrontaría el único contendiente que asoma con chances que hoy son difíciles de medir: Rolando Figueroa, el diputado nacional que venció a esa estructura en las PASO, lo que habilitó la foto de las felicitaciones del oficialismo azul y la buena onda pasajera con el sello del MPN adelante. 

Pero la discusión de verdad es la que podría, como se dijo, darse en noviembre: el acto de Villa El Chocón está dirigido a resolver la conducción del partido y a desalentar las candidaturas para gobernador y vice. Se dice que noviembre, antes del mundial, sería el momento para esa interna. 

Pero el partido provincial también comenzó a diferenciarse respecto de los adversarios nacionales. Es parte de su discurso histórico: el MPN suele regodearse en la defensa del federalismo y el “avance” sobre los recursos que son de la provincia. Encuentra ahí un instrumento que lo despega (en ocasiones en la superficie) de su relación con los gobiernos nacionales de turno. Algo de eso pasó esta semana. 

El bloque de diputados provinciales del MPN planteó la modificación del nombre del troncal del gas para Vaca Muerta: que lleve, cuando exista, el nombre de Don Felipe Sapag, agitaron a los cuatro vientos los legisladores, en referencia al cuatro veces gobernador de la provincia, uno de los fundadores del partido neuquino. Y cuestionaron al gobierno nacional por los 13 mil millones de dólares que consideran que va a enviar Argentina al exterior en compras de energía por las demoras en la licitación del gasoducto que por ahora se sigue llamando Néstor Kirchner.

Se dijo: al mismo momento Gutiérrez se reunía con Guzmán. Un matiz del carril doble que es parte del manual de estilo del partido provincial, al margen de la buena onda y los roles institucionales entre un gobernador y un ministro nacional. (El compromiso del titular de Economía de flexibilizar condiciones para un eventual acceso a divisas para las petroleras no es otra cosa que lo que viene reclamando Neuquén hace años.)

La visita de María Eugenia Vidal, y esa suerte de road movie en sus redes en la que les contó a sus seguidores el significado de Vaca Muerta, fue, también, movilizadora en la mesa de condución del MPN, un partido que considera que sin su rol histórico los bloques en cercanías de Añelo, lisa y llanamente, no existirían. (Lo cierto es que en buena medida lo asiste la razón: a finales de la primera década de los 2000, ante la declinación de los viejos campos convencionales, la provincia veía con dejos de pánico cómo caían los ingresos. En la misma era en la que a Tomás García Blanco, el ejecutivo de Repsol al que le brillaban los ojos cuando hablaba del shale oil, Neuquén supo que tenía una nueva vida petrolera y lo más importante de todo, una nueva forma de pagar sueldos a través de los grandes ingresos por regalías. Ese camino que de a ratos transita ahora. También la necesidad fue un motor para la puesta en contexto nacional de lo importante que era desarrollar estos recursos.)

Pero eso abrió paso a una tensión que, de acuerdo a los ciclos que se tome, es más o menos clara: aquella en la que hay buenas noticias que buscan capitalizar candidatos nacionales, que propician las muecas de enfado de referentes locales.

Otra vez: lo que hay en juego es muy grande. Y otra vez: lo deseable de que todo esto no quede en las selfies y trepe a dos o tres acuerdos posibles que sean políticas de Estado.

 

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